Ejercicio para una sociedad en forma
Diana Boufford BSW, RSW, es una trabajadora social psicogeriátrica que realiza la práctica privada a través de un hospital local en Windsor, Ontario, Canadá. Actualmente está por terminar su licenciatura en Psicología con un interés especial en la intersección de la psicología positiva y la geriatría. Los artículos de Diana en inglés están aquí. Sus artículos traducidos al español aquí.
Traducción: Merche Ovejero
Nota de la editora: Este es el quinto artículo de Diana Boufford dentro de la serie acerca del bienestar de las personas mayores en la comunidad. Primero presentó el Modelo comprehensivo sobre fitness geriátrico. Después habló sobre el Fitness espiritual, después sobre el Fitness familiar, y luego sobre Fitness emocional. Visita su página para encontrar más artículos sobre fitness físico. También echa un vistazo a su artículo sobre Ideas específicas para poner en marcha el fitness social.
Cuando pienso en el fitness social, pienso en gente carismática, emocionante, y sobresaliente que es capaz de entretener a los demás y hacer reír a la gente en las fiestas, es decir, gente que se siente como pez en el agua en cualquier parte. Yo no soy así, y este artículo no habla sobre esto. En realidad, me centro en las personas mayores, sus familias, y sus cuidadores y cómo pueden influir en su fitness social y afrontar los desafíos que aparecen a medida que uno se hace mayor. Es sobre la aplicación de los recursos internos y las fortalezas para afrontar los desafíos de este momento vital.
En otros artículos, he descrito algunos de los desafíos que aparecen cuando se va envejeciendo, incluyendo cambios en el estilo de vida, la pérdida de amigos y familiares, enfermedades y discapacidad física, y la pérdida de movilidad. Las personas mayores pueden encontrar que su mundo se hace pequeño a medida que su habilidad para desplazarse disminuye. Esto a menudo significa que su mundo social se empequeñece también, a menos que encuentren formas de fortalecer sus conexiones sociales.
Como ejemplo, voy a contar la historia de mi madre (con su permiso). Ella era una señora mayor muy activa que pasó sus días haciendo voluntariado, ayudando a la gente que vivía en su edificio, haciendo de visitante. Antes de eso, trabajó como tutora legal de adolescentes embarazadas, y, en otro momento, cuidó de personas con discapacidad intelectual. Y perteneció a la liga de bolos durante décadas. También visitó y apoyó a sus hijos y a sus nietos como han hecho todas las abuelas.
Sin embargo, los efectos de la enfermedad y la edad hicieron mella en ella a una edad muy temprana. Una condición médica afectó a su movilidad, así que se caía con frecuencia. También sufrió mucho dolor debido a la enfermedad, las migrañas y la osteoartritis. Las discapacidades a menudo venían agrupadas. Se encontró confinada en su casa, incapaz de salir sola, dependiendo de las enfermeras, del personal de apoyo y de la familia para comer entre tres a cinco veces al día, su cuidado personal y la atención médica.
Durante los cinco años que vivió en esa situación, se volvió cada vez más infeliz. Se sentía como una prisionera en su propia casa. La animamos a mudarse a una residencia para estar mucho mejor atendida, pero se negaba una y otra vez. Finalmente, el dolor, la frustración de tener que esperar para aliviar su dolor, la soledad y el aislamiento, pudieron con ella. Accedió a los 65 años a ir a una residencia. Le llevó un tiempo adaptarse, pero, tres meses después, admitió que estaba bastante bien. Fue un alivio que no sufriera aislada y que tuviera un equipo de gente al lado que la ayudaba cuando no se encontraba bien.
En estos momentos, mi madre no podría vivir en cualquier otro sitio. “Incluso si me vuelvo a recuperar tanto que podría bailar, no voy a dejar este sitio. No me voy a cambiar.”
Como se puede ver, mi madre atiende a casi todos los eventos y actividades en la residencia. Tiene una rutina que le permite cuidar a los demás también. Ayuda a las personas que no se valen por sí mismas y les acompaña al comedor. Reúne todos los delantales (ella piensa que llamarlos baberos es bastante denigrante, ya que estamos tratando con personas adultas). Ella saluda a todos los residentes antes de cada comida y ayuda a colocar los delantales. Ayuda a preparar los tés y otras actividades, y sirve en el consejo de la residencia, llevando las quejas de sus vecinos a la administración y a los auxiliares.
La residencia no sólo restauró la dignidad de mi madre, también le aportó sentido y significado a su vida. Pudo volver a ser la mujer social y sobresaliente que era. Y lo hizo utilizando sus propios recursos, valentía, fortaleza, y, sí, su terquedad.
Para los cuidadores también
Los cuidadores también necesitan desarrollar el fitness social también. La tarea de un cuidador de una persona mayor, aparte de su cuidado, supone coordinar la familia, el trabajo, la casa, el matrimonio y esto a menudo es desbordante. El bienestar de los cuidadores se elimina de la lista de cosas que cuidar. A lo largo del tiempo, esto puede resultar en un desgaste o en un aumento de la ira y el resentimiento hacia las personas mayores o los demás. El fitness social es un recurso interno que puede prevenir el empeoramiento de estos problemas. En verdad, puede hacer que esta etapa sea de plenitud.
Con la intención de mantener la buena forma social, los cuidadores necesitan ser voluntariosos para alcanzar la forma social de los demás. Esto puede ser dificultoso. La mayoría de la gente no quiere ser una carga y siente que están siendo impositivos cuando piden ayuda. Sin embargo, esto puede suponer una gran oportunidad para desarrollar la humildad, la resiliencia, construir una red social y desarrollar los “músculos sociales”. Las relaciones pueden ser significativas y motivadoras no sólo para una persona, también para las demás, permitiendo compartir cariño, apreciación y cuidado.
Resiliencia social
Al principio presenté la idea del fitness social para las personas mayores en la International Network for Personal Meaning Conference celebrada en Toronto en julio de 2012. Tuve 10 minutos para presentar mi idea sobre traducir el Fitness comprehensivo de Seligman y colaboradores en un modelo aplicado para personas mayores. Desde entonces, he aprendido del trabajo de John Cacioppo sobre la resiliencia, definida como la “capacidad de promover, participar y mantener relaciones positivas para soportar y recuperarse de los estresores vitales y el aislamiento social”. De acuerdo con Cacciopo y sus colaboradores, las características de una persona con resiliencia social son:
- Formas características de relacionarse: amabilidad, confianza, imparcialidad, compasión, humildad, generosidad y apertura a los demás.
- Recursos y capacidades interpersonales: compartir, escucha activa, percepción del otro de manera precisa y empática, cuidado y respecto por los demás, responder ante las necesidades de los demás, compasión y capacidad para perdonar.
- Recursos y capacidades colectivas: identificación grupal, centralidad, cohesión, tolerancia, apertura, y seguir las reglas.
Los investigadores que trabajaron en el ejército de Estados Unidos desarrollaron una encuesta que ayudó a los soldados a identificar sus fortalezas y áreas en las que necesitaban atención adicional. También recibieron una serie de herramientas que les ayudaron a poner en marcha las fortalezas y a desarrollar nuevas fortalezas.
Puedo afirmar que podríamos mejorar la calidad de vida tanto de nosotros mismos como de los cuidadores y de las personas mayores si fuésemos capaces de evaluar ese fitness social y aportar sugerencias para poner en marcha las fortalezas y localizar aquéllas áreas en las que se necesite mejorar.
Volvamos otra vez a la experiencia de mamá
Mi madre fue capaz de construir su propio fitness social. Sabía que su vida era más plena cuando ayudaba a los demás (ayudando a sus compañeros con la cena), cuando jugaba con sus amigos (a los bolos) y cuando abogaba por los derechos de los demás (el consejo de la residencia). Demostró su resiliencia social a través de su amabilidad, apertura, confianza, imparcialidad, compasión, humildad y generosidad en tiempo, energía y espíritu. Siempre buscaba formas de ayudar. Sus recursos interpersonales incluían la escucha activa, respuesta a las necesidades de los demás, y compasión y perdón por los demás. Finalmente, se divertía siendo miembro de la residencia, tenía una identidad grupal, era tolerante y aceptaba las normas establecidas.
La experiencia de m madre no la comparte todo el mundo, aunque, mucha gente tiene una trayectoria similar. Lo más importante es el desarrollo de una serie de recursos sociales que la permitieron estar bien preparada para afrontar cualquier cosa que ocurriera. Para los cuidadores, caminar al lado de una persona mayor es un desafío. Tienen una necesidad similar por prepararse para los cambios. Estos cambios pueden ser una complicación para el cuidador y también para la persona mayor.
No camines esta senda en soledad
Hay muchos recursos en la comunidad. Búscalos. Hay muchos libros que son geniales, prácticos y que aportan muchas ideas. Aprovéchalos.
Un libro que es fantástico para la aplicación del fitness social es Share the Care, de Sheila Warnock y Cappy Capossela. Quizás quieras leer libros sobre resiliencia, como el de Karen Reivich y Andrew Shatté y uno de la colección de Psicología Positiva, Resilience: How to navigate life’s curves, que es un libro de lectura rápida y contiene ideas para aumentar la resiliencia.
Un libro que recomendaría para los cuidadores que tienen a cargo a sus padres es They’re you parents, too! de Francine Russo.
Referencias
Capossela, C. & Warnock, S. (2004). Share The Care: How to Organize a Group to Care for Someone Who Is Seriously Ill, (Revised and Updated).
Maymin, S. & Britton, K. (2009). Resilience: How to Navigate Life’s Curves. Positive Psychology News.
Reivich, K, & Shattẻ, A. (2002). The Resilience Factor: 7 Keys to Finding Your Inner Strength and Overcoming Life’s Hurdles. New York: Broadway Books.
Russo, F. (2010). They’re Your Parents, Too!: How Siblings Can Survive Their Parents’ Aging Without Driving Each Other Crazy. Bantam Books.
Seligman, M. E. P. (2011). Flourish: A Visionary New Understanding of Happiness and Well-being. New York: Free Press
Imágenes
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Diana and her mother courtesy of Diana Boufford
Nursing home activities courtesy of theps.net
Canine companionship courtesy of bridges&balloons
Sharing pleasure courtesy of Josh Janssen
Strong hands courtesy of UppyPhoto