Involucrándose Con La Muerte
Homaira Kabir practica psicología positiva en Muscat, Oman. Se dedica a inspirar a mujeres a vivir sus vidas de una manera plena, con propósito y con bienestar. Apoya también a adolescentes mediante programas para secundaria. Los escritos de Homaira han aparecido mundialmente en los medios de comunicación. Actualmente está terminando su MAPP en UEL. Página web. Su biografía completa aún está pendiente. Para conocer otros artí culos escritos por Homaira en Positive Psychology News, da click aquí. Planea escribir mensualmente; sus artículos salen el día 7 de cada mes.
Traducido por Ariana Morales
Nota del editor: Este artículo estaba listo para publicarse el lunes 16 de noviembre. Pero fue justo en esa fecha cuando las muertes en Beirut, París y Mali sucedieron. Mientras el mensaje es muy relevante de cara a la incertidumbre de la vida, parecía muy cerca del momento.
El término utilizado en este artículo, memento mori, significa “Recuerda que morirás”. Usualmente se refiere a la práctica regular de reflexionar sobre nuestra propia muerte para clarificar perspectivas en el presente.
Nunca he viajado sola, al menos no en los últimos 18 años. La mayoría de mis viajes han sido por vacaciones familiares, y cuando he viajado por trabajo, los niños han encontrado la manera de acompañarme.
Temor e incertidumbre
Hace algunas semanas no pudieron acompañarme. Su escuela estaba en pleno auge y yo necesitaba viajar por un par de semanas. No suena como una gran cosa, pero para mis tres hijos más pequeños, esto se había magnificado debido a que su hermana mayor estaba fuera en la universidad y su padre también estaba de viaje por trabajo. Se sentían vulnerables, y yo podía ver el temor escrito en grande en sus caras. En los días antes del viaje, los encontraba con expresiones de tristeza buscando consuelo.
Era quizá la atmósfera general de la incertidumbre, pero de alguna manera el viaje me comenzó a asustar. Es muy fácil para mí llamar pensamientos aterradores en cualquier ocasión. Además se añade a eso el miedo general alrededor de volar ¡y muy pronto me encontraba anticipando mi propia muerte! Si me muriera, pensaba, ¿cómo lo enfrentarían mis hijos? ¿Qué memorias tendrían de mí? ¿Qué legado les quisiera dejar atrás?
Memento Mori
La muerte sin duda nos crea incomodidad. El deseo de vivir, inclusive después de morir, es por lo que formamos visiones mundiales a través de la religión, nacionalismo, derechos humanos, nuestro trabajo, o cualquier otro mecanismo que nos permita evadir la sombra de nuestro apocalipsis personal.
Pero descubrí que algo maravilloso ocurre cuando nos movemos más allá de nuestros mecanismos de defensa. Las personas que han tenido experiencias cercanas de muerte han reportado una energía renovada por la vida. La gente tristemente confrontada con noticias de cáncer puede girar hacia la vida con propósito y compromiso después del periodo inicial de duelo.
Mi experiencia suena insignificante (casi absurda) en comparación, pero créanme se sintió muy real en el momento. En esas dos semanas que estaba forzada a pensar que nunca regresaría, sentí que algo cambió dentro de mí. Comencé a darme cuenta de la belleza de mi mundo y las necesidades que tenía fueron inmunes también. Me maravillé ante el asombro de mis hijos y de su energía sin límites, su creatividad y amor. Incluso comencé a notar mis propios dones que hasta ahora los había jugado en una peculiar combinación de duda y humildad. Si tuviera la oportunidad de continuar con mi vida, me prometí vivirla al máximo y de manera consciente.
De vuelta a la vida del día a día
Como han adivinado, regresé intacta. Pero el miedo advertía, pronto volvía a caer de vuelta a las banalidades de las tareas y ocupaciones. Era difícil volver a convocar la energía espiritual que había brevemente experimentado. Parecía que se había desvanecido con los pensamientos de muerte. En algún lugar muy adentro, extrañé la vida que me había mostrado.
La banalidad de las ocupaciones
En cierta forma esto es muy extraño. Después de todo, nada es más certero que la muerte. La última vez que revisamos, la tasa de mortandad todavía era del 100%. Tampoco ninguna tecnología puede calcular el tiempo que nos queda en este mundo. Es extraño que encontremos difícil de pensar aquello de lo que estamos más seguros.
Me pregunté si esto era porque somos optimistas hasta estar desilusionados con la maravilla de la muerte. Pude ver un lugar para ese optimismo. Es quizá la única manera en la que podemos vivir frente al conocimiento aterrador que nuestro final es ineludible. Pero también me pregunté si era beneficioso pasar al menos un momento cada día pensando de manera consciente acerca de mi muerte.
Considerando un posible desastre del espacio
Mientras todo esto estaba revuelto en mi mente, algo nuevo se agregó a esta mezcla, por pura coincidencia. Los gemelos estaban estudiando la última era glaciar en clase, y en este día en particular, vieron un pequeño videoclip acerca de un gran asteroide chocando con nuestro planeta inesperadamente. Mientras lo discutíamos en la comida, mi hija me lanzó una pregunta inesperada. “¿Qué harías si supieras que un asteroide fuera a chocar con nuestro planeta en dos años?”
Era una pregunta difícil. El lapso de tiempo era muy corto para tener aspiraciones futuras, y al mismo tiempo lo suficientemente largo para continuar viviendo en vez de solo prepararse para el desastre. ¿Pero qué clase de vida sería esa? ¿Qué metas tendría?
Mientras lo pensaba de repente muchas búsquedas que valían la pena parecían sin sentido. ¿Realmente estaría interesada en la expresión artística si toda la humanidad fuera a desaparecer? ¿Realmente estaría interesada en quedar en la memoria de las personas si todos van a morir conmigo? ¿Realmente estaría interesada en hacer una diferencia en el planeta si va a ser destruido? ¿Esto significaría que la mayoría de mis búsquedas serían a corto plazo y hedonistas? Parecía que esto hacía sentido.
Pero no estaba satisfecha. Algo más profundo dentro de mí no se preocupaba por mi propia vida egoísta. Algo mucho más profundo seguía convencido de que había un propósito de mi existencia. Fue ese algo que no trató de extraer el significado de cada experiencia, pero se aferró a la fe que al entregarme totalmente a la vida, el significado eventualmente surgiría.
Memento Mori en Acción
Supe entonces que iba a vivir mi vida en la manera que había prometido hacer en las dos semanas previas a mi viaje. Cualquier parte de mí que se quería aferrar a la idea de la inmortalidad se sintió débil frente al deseo intenso de realmente involucrarme en la vida y vivir a través de lo que más me importaba.
Tenemos ese poderoso deseo dentro de nosotros. Añoramos ser fieles a nuestras virtudes y a honrar nuestras responsabilidades a pesar del misterio que el futuro contenga. Pero mientras vivamos más como máquinas, motivados por el ideal de la eficiencia, más alejamos el misterio y llenamos nuestras vidas con pequeñas búsquedas que traen satisfacciones efímeras.
Hay muchas maneras de conectar con esta humana, quizá hasta divina cualidad que poseemos. Nos mueve una hermosa pieza musical, experimentamos asombro en la naturaleza y éxtasis en el arte. Nos sentimos elevados cuando somos testigos de actos humanos de bondad. Encontramos paz en la atención plena, sanación a través de la escritura y significado en la filosofía y la literatura. Pero había una manera más de llegar a estar completo.
Al participar con la muerte, no como una finalidad lamentable, sino como una manera de vivir plenamente, con sabiduría y sinceramente, nos convertimos en lo que estamos destinados a ser.
Referencias
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Haidt, J. (2006). The Happiness Hypothesis: Finding Modern Truth in Ancient Wisdom. New York: Basic Books.
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Palmer, P. J. (2000). Let Your Life Speak: Listening for the Voice of Vocation. New York: Jossey-Bass.
Sharot, Tali (2011). The Optimism Bias: A Tour of the Irrationally Positive Brain. Pantheon Books Inc./Random House.
Shiota, M. & Keltner, D. (2007). The nature of awe: Elicitors, appraisals, and effects on self-concept. Cognition and Emotion. 21(5), 944-963.