Reseña del libro “Desafiando la Tierra Salvaje: La Verdadera Pertenencia y el Valor de Ser Uno Mismo” de Brené Brown
Marta Velázquez Gil es psicóloga e investigadora. Ha publicado investigaciones en revistas científicas y en congresos a nivel nacional e internacional. Su mayor interés se centra en el estudio de los términos culturales y su relación con el bienestar. Dentro de esta temática, su mayor pasión es el sisu, un término finlandés que apela al espíritu y fortaleza que permite a las personas perseverar a través de las dificultades a pesar de sentir que han llegado al final de sus capacidades físicas o mentales. Sus artículos están aquí.
Una crisis espiritual
Estamos sumidos en una crisis espiritual, y el mundo actualmente está segregado en facciones basadas en la política y la ideología. Nos hemos dado la espalda unos a otros y nos concentramos solo en los reproches y la rabia. Estamos solos y desunidos. Es la conclusión a la que llega Brené Brown tras más de doscientos mil datos que su equipo y ella han recogido durante los últimos quince años.

Varias de las razonces que subyacen a esta crisis, según refleja Brown en su libro Braving the Wilderness (Desafiando la Tierra Salvaje), son la segregación, la exclusión, la marginalidad y el miedo.
Es por ello imperante analizar cómo podemos recuperar la conexión humana y el verdadero sentido de pertenencia en medio de este proceso de segregación y distanciamiento.
La búsqueda del verdadero sentido de pertenencia
“Solo eres libre cuando comprendes que no perteneces a ningún lugar: perteneces a todos y a ninguno. El precio es elevado. La recompensa, enorme.”
– Maya Angelou
La primera vez que Brené Brown leyó esta frase de Maya Angelou, pensó que era un error porque, ¿qué sería del mundo si no perteneciéramos a ningún lugar? Solo un montón de personas solitarias coexistiendo. Pero entonces fue cuando comprendió lo que significaba realmente: Maya no pertenecía a ningún lugar, solo pertenecía a Maya. Se refería a esa extraña dicotomía que consistía en estar solo, pero con un sentido de auténtica pertenencia.
Todas las personas queremos formar parte de algo, de algo más grande que nosotras mismas, y necesitamos que sea algo real, no a costa de nuestra autenticidad. Nos hace falta un verdadero sentido de pertenencia, pero ¿en qué consiste exactamente?
El verdadero sentido de pertenencia es la práctica espiritual que consiste en creer en ti mismo/a y en pertenecer a ti mismo/a tan profundamente que puedes compartir tu yo más auténtico con el mundo y descubrir lo que hay de sagrado tanto en formar parte de algo como en sostenerse solo/a en un territorio salvaje. La verdadera pertenencia no requiere que cambies lo que eres; requiere que seas lo que eres.
Brown, a raíz de su investigación, ha dado a luz a cuatro elementos del verdadero sentido de pertenencia. Estos elementos se encuentran en la realidad del mundo en el que vivimos. Son los siguientes:
- La gente es difícil de odiar vista de cerca. Acércate.
- Responde con la verdad a la charlatanería. Sé civil.
- Sostén las manos. Con desconocidos.
- Espalda fuerte. Piel blanda. Corazón indómito.
La gente es difícil odiar vista de cerca. Acércate.
Mientras el mundo a gran escala se adentra en lo que parece ser un colapso, aquellas mujeres y hombres que poseían un sentido de pertenencia sólido se mantenían enfocadas en su propia vida. No ignoraban lo que sucedía en el mundo, ni dejaban de defender sus ideas. Lo que sí hacían, sin embargo, era valorar sus vidas y formarse las opiniones sobre la gente basándose en su propia experiencia personal. Se resistían a la trampa en la que hemos caído la mayoría de nosotros/as. “No puedo odiar a grandes grupos de desconocidos, porque los miembros de esos grupos que casualmente conozco y me caen bien resultan ser expeciones a la regla”.
Cuando nos comprometemos a acercarnos, nos estamos comprometiendo a vivir tarde o temprano conflictos de verdad, cara a cara. No es fácil odiar a la gente vista de cerca, pero cuando estamos sumidos en el dolor y en el temor, la rabia y el odio son las emociones más a mano. Es más fácil estar cabreado que estar dolido o asustado. A veces, admitir nuestro dolor y reconocer nuestras dificultades implica dar rienda suelta a la ira. La ira es un catalizador. Es una emoción que debemos transformar en algo vivificante: valentía, amor, cambio, compasión, justicia.
Asimismo, una de las preguntas que surgió a lo largo de la investigación de Brown fue: ¿Hay un límite entre el comportamiento admisible y el inadmisible? ¿Debo tolerar que alguien pretenda destrozarme o que niegue incluso mi derecho a existir? ¿Hay un límite que no debería cruzarse? La respuesta es sí, unos límites que consisten en respetar la integridad física de todo el mundo y en no participar en experiencias o comunidades que utilizan un lenguaje y/o adoptan conductas que deshumanicen a la gente.

Responde con la verdad a la charlatanería. Sé civil.
Cassandra Dahnke y Thomas Spath, cofundadores del Instituto para el Civismo en el Gobierno, escriben: “El civismo consiste en reivindicar y cuidar la propia identidad, las propias necesidades y creencias sin degradar por el camino las de otra persona. Consiste en discrepar sin faltar al respeto, en buscar un terreno común como punto de partida para dialogar sobre las diferencias, para poder escuchar más allá de los propios prejuicios y para enseñar a los demás a hacer lo mismo”.
Es difícil mantenerse cívica ante la charlatanería, pero según la investigación de Brown, este es el segundo elemento para el verdadero sentido de pertenencia.
Harry Frankfurt refleja muy bien en la siguiente cita la diferencia entre la mentira y la charlatanería: “Una persona que miente y otra que dice la verdad juegan, por así decirlo, en equipos opuestos del mismo partido. Ambas responden a los hechos desde sus respectivos puntos de vista, aunque la reacción de una de esas personas se guía por la autoridad de la verdad y la reacción de la otra desafía esa autoridad y se niega a cumplir con sus exigencias. El charlatán, por su parte, no hace ningún caso de esas exigencias. No rechaza la autoridad de la verdad, como el mentiroso, oponiéndose a ella. Sencillamente no le presta ninguna atención. Por este motivo, la charlatanería es peor enemiga de la verdad que las mentiras”.
Sostén las manos. Con desconocidos.
La clave para desarrollar una práctica de verdadera pertenencia es mantener nuestra creencia en la inextricable conexión humana. Esta conexión no es algo que pueda romperse; sin embargo, nuestra creencia en esta conexión se halla constantemente sometida a prueba y muy a menudo puede flaquear.
Brown propone participar en momentos de alegría y dolor colectivos para poder ser testigos de la inextriciable conexión humana. Las mujeres y los hombres con una práctica más intensa en este sentido mantienen su creencia en esa inextricable conexión participando en momentos de dolor y alegría con desconocidos.
La agrupación colectiva es algo más que una serie de personas que se reúnen para distraerse viendo un partido, un concierto o una obra de teatro: es una oportunidad para sentirse conectado con algo más grande que uno mismo; es una oportunidad para experimentar alegría, conexión social, sentido y paz.
Espalda fuerte. Piel blanda. Corazón indómito.
“Con excesiva frecuencia nuestra supuesta fuerza procede del miedo, no del amor; en vez de tener la espalda fuerte, muchos tenemos una piel blindada que encubre una columna frágil. O, dicho de otro modo: vamos por ahí erizados y a la defensiva, procurando ocultar nuestra falta de seguridad. Si reforzamos nuestra espalda, metafóricamente hablando, y desarrollamos una columna flexible pero robusta, entonces podemos arriesgarnos a tener una piel blanda y una actitud abierta… ¿Cómo podemos dar y recibir ayuda y mostrar una compasión de espalda fuerte y piel blanda, y avanzar más allá del miedo hasta alcanzar la genuina ternura? Yo creo que cuando podemos ser realmente transparentes: cuando vemos el mundo con claridad y permitimos que el mundo nos vea”. Esta cita de Roshi Joan Halifax refleja con exactitud a lo que Brown se refiere cuando habla de una persona con un corazón indómito.
La marca distintiva de un corazón indómito y que pertenece realmente es vivir la paradoja del amor en nuestra vida. Es la capacidad de ser duro y tierno, entusiasta y cohibido, osado y temeroso: todo en el mismo momento. Es mostrarnos con nuestra valentía (espalda fuerte) y vulnerabilidad (piel blanda), fuertes y amables al mismo tiempo.
Desde pequeña, siempre he tenido el dilema entre ser yo misma y pertenecer. Siempre he sentido que o era yo misma o pertenecía, pero nunca las dos a la vez. Guiada por la necesidad de pertenencia, siempre intenté encajar en los grupos de los que quería formar parte. Pocas veces funcionó. Ahora sé que es mejor estar sola que sentirse sola en un grupo al que realmente no pertenezco. El precio es elevado. La recomensa, enorme.
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Referencias
Brown, B. (2019). Desafiando la Tierra Salvaje: La verdadera pertenencia y el valor para ser uno mismo. Penguin Random House: Barcelona.